¿Sabías donde estuvo tu abuelita el jueves?

Babasónicos y la Bersuit Vergarabat hicieron bailar al valle en la noche de la “Manzana Rock”. Cerca de 50 mil personas disfrutaron del show que se desarrolló a la vera de la ruta 22. Sin desperdicios.

La escena es la siguiente: una abuelita de 80 años sentada en su reposera mira con sorpresa a la multitud que la rodea y que mueve el cuerpo al compás de sonidos eléctricos y aturdidores que no recuerda haber escuchado en su adolescencia. Dos reposeras más adelante un señor con cara de “pocos amigos”, sentado a cinco centímetros de las vallas, levanta la vista por encima del hombro para ubicar entre la multitud a quien acaba de gritarle “¡este es un recital de rock, que se lleven al Pami!”. El comentario suena chocante pero, presagia el destino cercano de los mal ubicados observadores. Cinco reposeras, contra las vallas, rodeados de una multitud sedienta de rock and roll: una mala idea.

Este año cerca de 100 metros separan el “supercampo” (con un ingreso de 25 pesos) del escenario mayor del vallado al campo abierto. Es la primera vez que se define cobrar entrada en la noche de los jóvenes, por lo que a la situación de la abuelita y compañía hay que agregarle las ganas del público de derribar la barrera.

Son las 22.15 y los Babasónicos comienzan a desplegar su arte sobre las tablas de la “Manzana Rock” ante más de 25 mil personas. Se trata de la segunda presentación que el grupo realiza en el marco de la fiesta; la primera fue en 2004 cuando el evento se llevó a cabo en la plaza de la ciudad y no ostentaba como hoy. Fue uno de los recitales más multitudinarios en la historia del Alto Valle.

La banda de Adrián Dárgelos brilla, motiva, divierte pero aunque nadie lo nota, algo suena distinto en los golpecitos del bajo desde las sombras del escenario. Es que Carca está enfermo, el show peligraba y fue necesaria una mano amiga que, para sorpresa de la mayoría que no lo había advertido, es la de Luciano Scaglione (bajista de Ataque 77). Una buena jugada para un show sencillo pero potente y que despierta el ánimo del público valletano.

La noche roquera había comenzado a las 21 de la mano de Vasta Rabia, conjunto cipolleño radicado en Buenos Aires que en la jornada del miércoles ganó el concurso de bandas regionales y tuvo la oportunidad de tocar ante cerca de cinco mil personas. También se escuchó a un clásico de Roca, el trío Canabislito Funk, calentando los motores para lo que venía después.

Pero volvamos a nuestra abuela. Son las 23.50, los Babasónicos terminaron su presentación hace algunos minutos y el público bate las palmas con impaciencia al ritmo de “Bersuit, Bersuit”. En el predio ya se acumulan más de 45 mil almas y nuestros cinco amigos en reposera superan ilesos la euforia babasónica.
Finalmente, casi puntuales a las 0 y un poquito más, Bersuit Vergarabat hace estallar los corazones al ritmo de “Que pasó”. Arriba y abajo del escenario todo es fiesta, alegría y rock and roll.

Como lo hizo hace cuatro años, cuando la banda tocó por última vez en la ciudad, el Pelado Cordera llama a la gente a que siga peleando “para que esta ciudad no lleve más el nombre de un genocida”. El aplauso de la multitud molesta en los oídos de algún que otro intendente, auspiciante o vecino que se llevan de broche de oro otra provocación de Cordera pidiendo saborear las manzanas de exportación.

La Bersuit hace un recorrido por algunas de sus mejores canciones (“Don Leopardo”, “Tuyú”, “Esperando el impacto”, “La bolsa”, “El Viejo de arriba”) en un show gracioso, enérgico, que vale la pena y que el público disfruta a pleno. Un poquito de bronca da ver los manchones vacíos en el “supercampo” a donde muchos no pudieron ingresar a pesar de las ganas de estar un poquito más cerquita.

Como te imaginarás, nuestra abuelita no duró más de dos temas. Al ritmo del pogo volaron algunas piñas, insultos, empujones y fue necesaria la buena onda de la gente que le abrió camino a la viejita y a los otros cinco con sus inoportunas reposeras. Pero esta es sólo una historia en 50 mil, de una noche que valió la pena en la ciudad de “Fisque Menuco”.

Por Belén Spinetta, especial para Comahuerock